
A él lo imaginabas sin manos ni piernas
como un poema que se recuesta entre la luna estéril
que se hunde bajo las lágrimas de un niño iraquí.
Veías sus heridas
a su madre muerta a su costado
a su padre preso por un plato de comida
a su abuelo, la caja negra donde colecta
las fracturas de su voz.
Y ya nadie, detrás y delante, ya nadie.
Aún el aliento que huye por las ventanas
y las moscas que regresan a su piel,
gritos que ahogan sus entrañas,
debajo muy debajo
una tierna palabra derrotada
que parece hacerlo dormir.
De: Anatomía de un vacío, 2006
Paolo Astorga
2 comentarios:
realmente bueno.
me parece algo muy emotivo aber puesto esto en internet muy buen trabajo me ha encantado
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