jueves, 30 de noviembre de 2006

REVISTA REMOLINOS No.18




Acaba de salir a la luz la nueva edición de la revista literaria Remolinos en su edición número 18. Esta revista que en sus principios fue un boletín, nos da una muestra de renovación sobretodo en el exquisito contenido y la calidad de los colaboradores.
Iniciando esta colaboración con una portada suburbana, la revista cierra el año con una gran convicción por seguir las sendas expresivas y ser en consecuencia, un punto de encuentro creativo y neutral, para la expresión del arte literario y cultural sin distinción y de alta calidad que mes a mes le ofrecemos a través de la selva virtual llamada Internet.
La editorial en esta ocasión, toca el tema de “El temor a la abstracción en las palabras” y toma como referencia a Alejandra Pizarnik, poeta argentina que puso de manifiesto este enunciado.
Más adelante encontramos también las clásicas secciones como poesía, la cual reúne este mes a una selecta legión de poetas de toda Latinoamérica y con la gran intervención de jóvenes bardos, que nos harán conocer sus expresiones. En narrativa, tenemos el agrado de presentar a escritores de gran calidad en una amalgama de estilos y temas que se van desdeñando ante los ojos del lector internauta que disfruta este momento placentero de la mano de esta publicación.
En la sección Entrevistas, tenemos la oportunidad de presentar a 5 poetas, los cuales responderán a nuestras preguntas, dando a conocer un poco más su trabajo literario.
En la sección de crítica literaria, tenemos el agrado de presentar tres artículos: “El hombre que exhibía El Cairo” de Antonio Cózar Santiago, también el interesante ensayo de Jorge Carrasco “La mujer en la obra de Borges y Neruda” y para terminar, Ramón E. Azócar A. Nos presenta el ensayo: “La tragedia del desarrollo”, un trabajo relacionado con la obra literaria Fausto.
En la sección de artículos, tenemos: “La mafia es la mafia” Por: Rita Lucas Fernández, “La Libertad del hombre actual” Por: Luz Yunuen Caballero Bautista y por último: “La horca para nadie” Por: Víctor Corcoba Herrero.
También la revista completa su edición con las secciones de Reseña de libros y últimamente con la creación de un blog literario llamado “Una voz en el abismo”, donde se expondrán artículos literarios y de opinión.
A todo esto, no hace más falta que invitarlo a disfrutar una vez más de esta nueva publicación digital que ha sido creada única y exclusivamente para usted.

Revista Literaria Remolinos
http://es.geocities.com/revista_remolinos


martes, 28 de noviembre de 2006

Cómo ser un pésimo escritor (y estar a punto de morir en el intento)








Por: Juan José Sandoval Zapata




Publicado en Letras.s5.com










Ante todo, para ser escritor hay que tener “los huevos bien puestos”. Digo esto no por mencionar un par de objetos ovalados incrustados entre las piernas. Porque ya en estas épocas de igualdad de género, cualquier mujer tiene más “huevos” que un hombre común en el Perú, lo que podría generar la idea que las peruanas tienen más cojones que los peruanos, tema que se ha demostrado a lo largo de la historia.
Entonces, después de verificar que uno tiene los cojones necesarios para asumir la responsabilidad, es necesario consultarlo por uno o dos años con la almohada. (Puede que nos podamos extender hasta el quinquenio sin obtener respuesta.) Luego, cuando uno es consciente en sí mismo que podrá soportar todo el peso de la gravedad, necesitamos contárselo a los padres. Porque, ojo, estamos hablando del descubrimiento de una vocación, a temprana edad, claro. No como yo y muchos otros que comenzaron a leer libros pasado los veinte años, cosa que es algo vergonzoso aceptar, pero que debemos recalcar porque, ante todo, para ser un pésimo escritor es necesario rechazar todo tipo de libro. Peor si estamos hablando de los libros de los amigos, pues ellos no están embarcados en el serio proyecto de sumergirse en la mediocridad de la literatura.
Tras haber convencido a los padres de que uno se hará escritor, también debemos explicarles que uno prescindirá de ingresos monetarios por una década. Quizá más, según sea el caso de escritor que se desee asumir por el resto de la vida. Pero debe quedar en claro que los padres tendrán que correr con los gastos vitales del joven artista hasta que éste se consolide: aprenda a cobrar honorarios, establecer tarifas de propiedad intelectual, ofrecer conferencias de alto impacto y manejar las controversias públicas con la mejor sonrisa.
Con el pasar de los años, uno se dará cuenta que el oficio del escritor no está escrito en ningún lado. Así uno recorra facultades, escuelas, escritores consagrados (al alcohol), lleve maestrías, diplomados, tertulias financiadas con la chequera de algún tío intelectual. Así uno compre colecciones completas de teoría narrativa, todo será en vano: el ser un pésimo escritor involucra un compromiso con la ociosidad, con el desgano y un amor pasionero por el control remoto de la tv, con el cine y el vídeo, con la música, el rock, el jazz y la salsa dura. Ser un mal escritor nace de la posibilidad del fracaso, pero un pésimo escritor encarna el fracaso completo, la senda del perdedor es un don de Dios, y como todo don es único.
El socializar en la comunidad literaria también es un paso obligatorio. Un mal escritor frecuenta los bares más fétidos de la ciudad, los pésimos nadan en los urinarios. (Un buen escritor se va a su casa a dormir.) Conocer a los escritores de la misma edad es una estación inmediata. Algunos tendrán envidia, otros se enamorarán con gracia de cómo un pésimo escritor lleva tan bien sus uñas. Otros querrán solamente no sentirse tan solos y son capaces de pagar la edición completa de tu libro. Es necesario conocer a todos, uno por uno, descubrir sus bajezas, sus adicciones, tomar el nombre completo de sus hijos, de sus ex parejas y a la vez registrar a sus amantes, para luego denunciarlos en recitales poéticos.
Ya habiendo conocido la fauna de una generación, cualquiera que sea, preservar el bajo nivel narrativo sólo se logra con la distancia total del circuito público. Antes de esto, será necesario ensuciar las actividades literarias con abruptas participaciones en mesas intelectuales, apelando al estado de ebriedad como bandera discursiva. Insultar a los que no están, soltar todos los nombres que uno sabe. Y luego huir antes de que lo maten a uno.
Si la ciudad es demasiado pequeña para soportar la presencia de la competencia, ya sea porque mal aspecto, o por repudio, lo mejor sería abandonarla. El Perú ofrece una variedad de escondites por todo el territorio. Si uno está intoxicado de la mala noche, el clima serrano ayuda. Si uno, más bien, es puro y santo, pero está dispuesto a malograrse por una temporada, la selva es lo mejor. Luego están las playas, incluso los desiertos. Todo es bueno para el autoexilio.
Publicar el primer libro también es imprescindible para tentar el fracaso. Uno puede juntar un poco de dinero y mandar a imprimir en cualquier imprenta pequeña del centro de la ciudad. Consumado el acto, mucho más fácil será buscar dónde presentarlo. Hay muchos bares y cafés en la ciudad dispuestos a cobijar veinte minutos de fama. Los reciben con los brazos abiertos y les ponen a disposición pequeñas campañas publicitarias para celebrar la salida de la obra debut. Si falta presentador, saldrá todo tipo de intelectual con su currículo bajo el brazo, dispuestos a lanzar palabras de elogio a cambio de unas monedas y una buena borrachera. El ingreso libre del local garantizará un lleno total siempre y cuando el trago de honor sea gratis.
La prensa también juega un rol importante. En necesario buscarlos a sus redacciones, sacarlos del estrés e invitarles un café. Si la charla se acompaña con alcohol, incluso alguna droga fina, mejor aún. La inversión garantizará una reseña mesurada e informativa, dando presagios de que una futura estrella está por brillar. Cuestión de tiempo, dirán. Pronto, pronto habrá poesía.
Si después de agotar la edición del primer libro a uno le quedan ahorros, lo mejor será improvisar un segundo título. Si no alcanza el tiempo para corregirlo no importa. Priorice la fotografía de solapa. No hay peor escritor que el que muestra la mejor foto. Algunos se darán cuenta que fue una decisión apresurada, pero el grueso que acudió a la primera presentación, y que nunca olvidarán la descomunal borrachera que se tiraron, sabrán defenderlo entre los comentarios urbanos.
Ahora, si los ahorros nunca existieron, los libros del primer hablar van siendo almorzados por las polillas debajo de la cama, lo mejor será regalarlos en peso. Las bibliotecas públicas son los mejores cementerios. Llene su formulario y done unos cinco ejemplares. Las musarañas del olvido se lo agradecerán.
Otra forma de agotar la edición es visitando colegios, presentarse en los salones de secundaria y hablarles de todos los autores que nunca se ha leído. Mientras más desconocidos para ellos, será mejor. Cautivará más a su público y finalmente logrará vender no más de treinta libros en una sola tarde. Negocio redondo. Eso sí, prometa nunca más volver a la misma escuela. Pues el truco funciona más que una sola vez.
Si es que ya se han agotado las posibilidades de volver a publicar, ya sea porque los padres quebraron financieramente, ya sea porque ningún editor estaría dispuesto a manchar su nombre junto al de uno, ya sea porque el ambiente literario lo detesta, repudia e ignora deportivamente, o porque los problemas con la legalidad se hacen cada vez más evidentes, lo mejor será buscar una beca. Las oportunidades de escapar están botadas en las embajadas. Entonces, ya es cuestión de definir una postura política y ver si a uno le conviene el socialismo brasilero, o la libertinaje de Tijuana, o si el viejo continente es el mejor camino al desarrollo, aunque uno, lo único que quiera, es seguir aferrado a ver televisión y escuchar música fuera de época.
Obtenida la beca, lo mejor será salir cuanto antes. Llevar pocas maletas y recuerdos. Dejar todo lo hecho o arrojarlo al tacho: la poesía, los cuentos, lo vivido. Disfrute de su estancia lejos de esta herida llamada Perú, no busque a ningún compatriota, ni menos compartir penas con algún colega de la misma edad. Vaya por el mundo, pensando que todo lo hecho, hecho está, y siga para delante.

viernes, 24 de noviembre de 2006

ANATOMÍA DE UN VACÍO y Las nuevas formas de edición

Anatomía de un vacío
Paolo Astorga 2006



Hace unos días, publiqué el libro de poesía Anatomía de un vacío, bajo el sello editorial de Lulu, una editorial cuyo sistema de edición de libros a pedido, es una grandiosa solución para aquello autores que no cuentan con los recursos necesarios para costear sus obras en una editorial convencional.
El autor puede autoeditar su libro de una manera sencilla, práctica,y sobre todo fácilmente. Sólo es necesario registrarse y luego seguir unos cuantos pasos (muy sencillos por cierto) como el de formato, contenido, tasarle un determinado precio y ¡zas! El producto final será una edición autoeditada lista para venderse a todo el mundo vía Internet. Este es un sistema muy conveniente, pues, sólo se producen los libros según la demanda, es decir, si hay dos compradores que han pedido su libro, la editorial se encargará de imprimir sólo esos dos libros. Esta acción, elimina por completo el exceso de material. El autor obtiene siempre una comisión por cada libro vendido o descargado.

Si desea más información al respecto, sólo ingrese a la editorial Lulu: http://www.lulu.com/
Si desea comprar el libro anatomía de un vacío sólo haga clic aquí

LOS GALLINAZOS SIN PLUMAS(MÁS ALLÁ DE LA CIUDAD)




Por Paolo Astorga





Es más que una simple regla para cualquier escritor urbanista, quedar asombrado con la majestuosa obra literaria de Julio Ramón Ribeyro en su carrera de Narrador. Él llegó a escribir muy buenas novelas, pero su poder artístico radica en ese deseo de hacer nuestras experiencias breves un estilo de vida, es allí que es más conocida su producción cuentística que deja de lado cualquier falta de sensibilidad y más bien recrea un mundo a partir de una realidad —y un tiempo— que aún late: La ciudad.
Los primeros cuentos de Ribeyro “Los Gallinazos sin Plumas” publicados en 1955, nos demuestra claramente a unos personajes totalmente marginados por la sociedad. Nos demuestra la no integración de los individuos y aún más el dolor y la miseria de haber nacido en una ciudad donde lo único que importa es cuidar las apariencias económicas.
Pero la verdadera amplitud de este libro se centra en la explotación del ser humano, desde este esbozo primario, empiezan a nacer otros temas mayores como la marginación, la miseria y también la hipocresía social que avienta a los que viven en la miseria a ser parte injusta de un tipo de esclavitud urbana.
Ribeyro nos describe la vida diaria de estos personajes relegados, como es el caso del cuento que le ciñe el título al libro: “Los Gallinazos sin Plumas”, la inocencia y la miseria forman parte del enemigo más grande de todo ser humano libre: La explotación.
En este cuento se puede observar que los personajes principales: Los hermanos Enrique y Efraín, dos niños, son obligados por Don Santos su abuelo para que traigan desperdicios del basurero para alimentar a su cerdo llamado Pascual.
En los demás cuentos el deseo por salir de la miseria se vuelve una frustración, pero esa frustración se hace más grande aún cuando se cae en una pronta miseria, como se puede observar en el cuento “Junta de Acreedores”. Aquí se observa de una manera magistral la frustración de Roberto por no tener dinero para pagar a sus acreedores. Pero el cuento no sólo gira a través de ese tema, hay un gran conflicto familiar entre Roberto, su esposa y su hijo. Esto genera en Roberto una mayor frustración, una gran sensación de derrota total y que deja por los suelos la superación.
Julio Ramón Ribeyro, pues, nos demuestra fehacientemente que no sólo es un narrador urbano, sino que se desprende de la ciudad, de las avenidas y los cuartos de hotel, de los grandes cúmulos de basura y las casonas de quincha y adobe, para desnudar con un deslumbrante estilo la verdadera sicología de sus personajes, y esa contradicción social que aún en este tiempo donde la igualdad es un derecho indiscutible, existe, y no tan alejado de nosotros, sino miremos nuestras esquinas.

HALLAZGO: Carlos Guevara en Campo y otros poemas





Escribe Paolo Astorga





Hace poco tiempo mientras caminaba nuevamente por Amazonas (cámara popular de libros de segunda, tercera, cuarta, quinta mano, etc.), encontré una recopilación de libros del poeta peruano de la generación del 80, Carlos Guevara. El libro titulado "Campo y otros poemas" (Lluvia editores 1989) , es una muestra poética donde se extraen poemas de los libros: Cerrando Postigos (1982), Campo (1985) e Historia (1987), los dos últimos libros mencionados se hicieron merecedores del Premio de la Municipalidad de Lima (versión 1983) y a una mención en el concurso literario Julio Cortázar de argentina (1984), cerrado la edición con una breve selección de poemas del libro Colinas en la sombra, el cual fue finalista del premio COPE-Poesía de 1986.
Los poemas de Guevara en sí demuestran un gran estilo en lo concerniente a imágenes y alusiones a los instantes, pero con un toque de escepticismo que revela lo paradójico de dichos momentos. Una explícita sentencia está en un fragmento que pertenece al poema "La Noche que ha maravillado..." del poemario "Cerrando los postigos": "Las palabras suelen olvidarse, sólo queda / la frustración de no haber podido crear más allá / de fugacidades y desesperanzas."
Más adelante en el libro, encontramos una tendencia más abstracta de lo que denominamos, instantes. Los poemas de "Campo" demuestran una poesía del firmamento, un estado místico entre el hombre y el universo. La mayoría de los poemas son de formato corto, pero en esas instantáneas, se logra vislumbrar la imagen certera e imperfecta de aquel hombre que busca preservar incansablemente los objetos amados. El poema "Música", nos describe esta condición: Sobre mis manos el polvo universal / y el cielo de un presente que se deshace. También encontramos, en el poema "Campo" una visión decepcionada, pero existencial de una pareja, que bien podría ser una apología a las relaciones Shakespirianas, las cuales se reflejan en este fragmento: "Una pareja corre en la mañana, y con niebla que es lo que / vale. / Sus cuerpos son formas de cariño hacia atrás."
En los poemas de "Historia" Carlos Guevara, nos demuestra que los procesos históricos son poesía. Hay una temática híbrida de lo oculto, lo retórico, lo místico y hasta lo concreto.
Y la última parte de la selección, "Colinas en la sombra", nos muestra a un Guevara maduro, con una poesía que transita ya por la temática general ochentera (quiero decir: la calle, la ciudad, la violencia, el desenfado, el heavy metal, etc.), quiero citar el siguiente fragmento para aclarar lo que digo: El hotel, al final, / la bruma de una habitación / el perro negro de la noche.
Es así como se demuestra la calidad de este poeta, su poesía que nos hace contemplar paulatinamente la transformación estilística y temática de un arte que a mi parecer, combina una contemplación exhaustiva del espacio, con la realidad existencial, para crear un producto literario que nos deja una sutil reflexión con cada lectura, y a veces un sabor ha tiempo desperdiciado.

jueves, 23 de noviembre de 2006

“El amor y la muerte, Polvo que une”




escribe Paolo Astorga





Nada más lúdico que el amor, nada más propenso a las dudas, a lo extremo, a lo incomprensible y hasta a la locura eterna como el amor. ¿Es acaso el amor un sentimiento tan débil a desvirtualizarse, a mancharse de mundo, de soledad, de dolor de existencia, para que tenga que madurar en la muerte, para que su fin termine en lo vertiginoso de un acantilado oscuro, donde la luz sólo nos vuelve más hostiles, más decididos a mostrarnos ciegos?

Polvo que une (Premio Leopoldo Panero 1974) de la poeta argentina María Julia de Ruschi Crespo, relaciona de alguna manera esta gran interrogante haciendo de ella una lírica que juega con sus propios abismos, sus propias dudas, hasta terminar en un yo dentro del tú, un yo poético que se va adentrando al olvido de la carne, del sueño, y hasta del mismo olvido: echemos tierra sobre sus cenizas / y retirémonos sin dejar rastro. Pero también entre un diálogo la palabra que se da de golpe con su esencia, el estupor del artista, del poeta que tiene que ver lo que otros no quieren ver: y con qué espanto mueren los animales / y con qué espanto / deseo vivir.

La vida, es sólo una oportunidad, la palabra, una eterna frustración para el creador que sólo encuentra un deseo por no observar la realidad, lo que nos retiene o nos mueve, la palabra encarcelada en la palabra y la acción de cerrarnos a la esencia, al verbo más elemental, la redención en la poesía que es sólo una utopía soñada: y entonces les cerramos / los ojos / y bajo sus párpados / queda / ciega / nuestra palabra.

María Julia, demuestra una poesía que muchas veces se da de lleno con la naturaleza del terror, con la misma vida fatal, que en ocasiones, hace del ser humano un fugitivo, una sombra esquiva en busca de una salida, la salida más rápida que se pueda tentar: comenzó a mirarme / comenzaron a mirarme y devorarme todas las cosas // y me puse mi máscara. También, la poeta logra ver cómo la muerte entrega un percepción de la naturaleza diferente: la muerte / incita a las flores a la voracidad.

La poesía se transforma en víctima de las palabras y viceversa. La poesía amamanta un nuevo sentimiento, una nueva y feroz percepción de la expresión, donde la poeta se ve atrapada en cada verso, en el mundo, y las imágenes sucias y sagradas, desgarradoras y a su vez hermosas, imponentes, aquellas que alzan un vuelo profundo hasta tocar la herida abierta del lector. La muerte es una mancha que la poeta debe de conocer, probar, compartir hasta entender lo que detrás existe: lo blanco / se ensucia con mi muerte / se ensucia con mi vida o tentando al mundo como un objeto perecible y débil ante la catarsis poética: un poema de amor es un animal feroz // el mundo es devorado por un poema.

La realidad es y no es. La muerte madura en vida y esa desesperación que une a la noche con la melancolía empuja a la poeta a vivir al borde del thanatos, intimar con una fuerza poética sosegada y a la vez fiera, desconocida. La violencia apuntando a la redención, quizás un mero acercamiento a la Divina Comedia de Dante Alighieri, un transito eterno que nos deja al final una esperanza, una idea que se esgrima en nuestras pupilas, y el silencio, y nuestras sombras, y el relámpago oscuro, únicos acompañantes a nuestro destino final: el amor, polvo que une.

EL ALQUIMISTA: UNA LEYENDA PERSONAL CONTEMPORÁNEA




Escribe Paolo Astorga


Hace algunos meses atrás volví a releer el libro majestuoso de Paulo Cohelo El Alquimista. Me di cuenta —Mucho mejor que a la primera lectura— que los nexos con el mundo espiritual y las relaciones entre Silencio-desierto, tienen en común un ideal, o como dice el Texto: “una leyenda personal”., un sentido simbólico en nuestras vidas.
Fuera de estos aspectos técnicos —es decir el contexto donde el personaje principal es un pastor, y que la parte más interesante de la obra se contextualiza en un desierto— se puede definir a esta novela, como un testimonio fantástico, donde descifrar nuestros sueños, nuestros anhelos personales, se concretan muchas veces, entendiendo “el lenguaje del mundo” algo que el personaje principal descubre y enfatiza muchas veces dentro de la historia.
Dentro del contexto filosófico, el libro se transforma en una historia que podría conllevar al lector a sentir las pequeñas Señales que la vida nos tiene preparada a cada instante y que muchas veces No somos capaces de verlas. En lo central de esta novela, Cohelo muestra en sí una quimera, una fantasía hecha novela —A los Alquimistas, la piedra filosofal, el santo grial, etc.— pero agregándoles realidad, de tal forma que el lector pueda entender la profundidad filosófica del libro de un modo práctico (Una de las enseñanzas más grandes del libro, creo yo, es el progresivo entender de todo aquello que nos pasa y la percepción de las “señales” como una voz que nos muestra el camino). Claro que en mi posición yo interpreto esa palabrita que se repite en casi todo el libro Maktub (Escrito está) no como una sentencia de lo que supuestamente ya esta predeterminado, sino, como una meta ¿Cuál? La leyenda personal, nuestro tesoro o la felicidad como dicen los locos como yo.
En consecuencia, El Alquimista, es mucho más que una novela —y creo que el valor agregado está en mostrarnos simbólicamente, el sentido de la vida, y la relación que tenemos con las demás personas que nos rodean— las verdades de ese libro muchas veces demuestran la orientalidad del mismo, la cadencia material, el mundo interior, que en algunos textos —fantásticos por cierto— trata de darnos a entender cierto egocentrismo, lo cual repercute en el destino de Santiago el personaje central.