sábado, 28 de abril de 2007

Poemas de Paolo Astorga (selección)


DISCO

En medio de la pista de baile
abres abruptamente los ojos,
y tu cuerpo desaparece entre las sombras verdes
forzada a mirar hacia un espejo.
En medio de voces lacerando tus piernas
bajas la mirada hacia el piso lleno de lamentos,
invisibles cuchillas se hunden en tus labios
y escapas ocultándote el rostro
con tus manos heridas.
En medio de la pista de baile
donde morimos lentamente,
el dolor es un espectáculo divertido,
una paloma blanca olvidada en la inmensa soledad
de una falda rasgada en medio de inútiles calles
mudas ante el eterno llanto de una niña
enterrada en el asfalto.

De: Anatomía de un vacío




EL RETORNO

he vuelto por una tarde al pueblo
y mi fervor del regreso se cae a pedazos.
Cristian Cruz




Fueron tus lágrimas duplicando la antigua tristeza de esta urbe,
de estos hombres piratas obligados a vaciar sus pupilas a un vaso
y beberse a sí mismos, como un trago de veneno.
Tus lágrimas que caían al piso e incineraban las huellas puestas
sobre el rencor de tus lamentos.
Tu llanto desgarrando las paredes donde buscabas tu silueta,
tu rostro aún intacto.
Nunca supiste hacia donde quedaba el horizonte.
Volviste de tu propio laberinto
y entonces nos miraste contra la luz
y solos, sin pronunciar una palabra,
vimos un puñado de arena, un reflejo,
un tétrico reflejo,
tentando un espejo agrietado
acariciando tu rostro.
Sólo eso,
sólo tu tristeza volviéndose inocente.


De: Anatomía de un vacío






PUCCA (FUN LOVE)


Cenizas en mi boca derraman la tristeza de mi polo
una foto en el poste y mi voz como danza rota
escondida en un cadáver a la moda.
Vacía estás como el abismo que se oculta en el sudor de tus manos
quemadas por la indiferencia de aquellos ojos desconocidos
donde no se puede llorar porque está prohibido mientras bailas
en esta discoteca.
Y deseas los bailes cortados con cuchillas eléctricas
mientras arrancan tu voz que grita en el silencio de un baño maloliente
perdidas lágrimas arañando tu cuerpo
perdidas entre la multitud de cadáveres improvisados llenos de sudor
mientras sus rostros desaparecen en un mar de eructos cerveceros
y disparos al aire.
Sonríe. Y detrás de ti
diluye las miradas en tu cara blanca y en tu piel garabateada
por las mismas sombras de donde escapas
y te mueves haciendo sueños
como un niño que hace una burbuja
y llora al estallar. Sonríe, porque tus dientes prueban el piso
mientras te mueves sin compasión
por la soledad de algún espejo, por las calles arremolinadas a un perfume
desasido por las formas que te invaden,
cuando de pronto te das cuenta
que tú también sientes frío
y que tus manos
están llenas de lágrimas rojas,
mientras te vuelves a convencer
que es tu sangre

tu sangre.

De: Anatomía de un vacío







LA CIUDAD FANTASMA


Sólo encuentras aquí carne
un amargo trozo de carne que se ofrece sobre troncos secos
y llora mientras ríe
mientras su cartera se llena
y sus ojos se hunden en los ceniceros.
Sentías que tu cuerpo tenía un nombre
pero aquí no había más que caminos enrejados e infinitas faldas,
aquí sólo viste espejos esparcidos al azar,
miles de ratas lastimándote los ojos.
Calles invisibles, ciudades fantasmas clavando tus espaldas.
Sólo recuerdos que se erigen sobre la farsante alegría
que brota de las paredes, una bola de estambre que se mancha de sangre
una historia frustrada que recorre tus manos frías,
tus pies disueltos en el alcohol de un tibio vaso de cerveza
mientras ya no es un trozo de carne lo que encuentras,
sino simples sombras,
simples sombras que se van con tu cuerpo
muriendo sobre la mano que se entrega
a una palabra mutilada por la nieve.

De: Anatomía de un vacío






HÁBITAD

Había una salvaje envestida de violencia
cuando abría los ojos
y miraba la acera muerta
totalmente roja y abrupta,
un silencio que rugía en nuestros hombros
debajo de las horas de la infancia
mientras mi abuelo era pateado por un oficial ebrio
y no podía abrir su boca
embarrada de tristeza
sangre.
Nadie tocaba nuestra piel derretida bajo el sol de la ciudad.
Sólo la acera estéril humeando en nuestros labios
recordaba la sangre derramada entre las nubes,
nuestra casa apedreada por suicidas.
El hambre agonizaba sobre el sombrero vacío de mi abuelo
mientras tocaba su viejo violín
y el mundo se detenía
para olvidarlo sobre aquella pared que empezaba a pudrirse
como una sombra.

De: Rehenes del silencio (inédito)

1 comentario:

Rosario dijo...

Enhorabuena por tus poemas Paolo

Me han gustado mucho

Un saludo