sábado, 7 de abril de 2007

de la plaqueta: HOMBRE SIN ALAS


Con los ojos cerrados

Caminó por angostas calles
y de su estómago salían las palabras ahogadas
mientras la luna eléctrica
lo llamaba lentamente.
Una banca embarrada de sudor
una tarde entreabierta que se acercaba a sus párpados
una lúgubre voz que lo apuñalaba en silencio.
Mientras su reflejo era la punta del cristal roto,
la memoria
se quemaba entre papeles viejos y amarillos.

Sus entrañas aún reflejaban la luz que no apagaron los escombros exhibidos
bajo difusos hombres con la boca tapada
con las manos maniatadas
por sus propios temblares estériles.

Sólo un cobarde océano que acechaba un corazón
entre las piedras
un vacuo sonido
que asfixiaba los ojos
cerrándolos lentamente, donde comenzaba la avenida
y se descolgaba el teléfono.




Rock del hueco



Baila hasta que la muerte te llame
y diga suavemente entra
entra en el reino del rock and roll.

Leopoldo María Panero


Arrancan sus cabezas y deslizan sus pómulos verdes
a una jarra de líquidos rojos.
No se debe mirar los rostros
escribir con un cuchillo y pelar sombras
escuchar gritar las ratas y pisar las piernas negras de una cucaracha.

No se debe tener hambre
sólo ponernos el traje negro besar la calavera
escupir sobre el cadáver y bailar sin acercarse
sin mirar los rostros.

Acuéstate entre la amarilla soledad de tus pies
y siéntate sobre la silla blanca que te besa el cuello,
tus lágrimas esclavas
se las devoran los espejos
tus lágrimas esclavas
se secan en el alcohol hirviente, donde todas las sombras se preguntan
dónde se acaba este campo desolado,
más allá del horizonte
a sólo tres dedos de tu nariz que sangra
aserrando siempre tus afligidos pasos metálicos.









Desvelos



Derretidas imágenes de sal posan tu piel sobre una tela celeste.

El cielo revuelto olfatea la derrota de su cuerpo
y aborta sus nubes hacia nuestros pechos.

Sentimos frío bajo el pasto secreto de los nombres,
sobre gemidos de una boca encarcelada, sola, sin más adonde ir.

Aquellos frágiles corazones que explotaron al tapar la herida del planeta,
inútiles intentos por cambiar nuestra piel a marrón.

Podridos cimientos rugen los columpios de la tarde,
debajo de un cuerpo aún tierno,
donde las aves se quitan el pico.

Dobladas espadas como un par de monedas calientes
fundidas a una estatua de lágrimas gastadas por los sueños.

Un sueño en el interminable silencio de nuestras manos,
y debajo de todo,
un poema exacto que aúlla su gloria tendido entre gusanos.










Poema a un hombre sin alas

Volví a mirar la piedra en el agua
a escupir sobre mi sombra,
y jamás
jamás pude quitarme la piel
para abrigar tu ceniza.

Mis sueños ahora se hunden en el agua
los oigo gritar
revolcarse de dolor
hasta volverme sordo
a veces
un hombre inútil
que da vuelta a la esquina.
Paolo Astorga, 2007

4 comentarios:

Larva ♓ dijo...

Paolo Astorga, me gusta cómo escribes =)

!!

david rivera dijo...

a veces un hombre inútil que da vuelta a la esquina...gran verso.

Elizabeth Sobarzo dijo...

Es reconfortante, encontrar metaforas bien logradas... asi es el verdadero poema, una orfebrería injuriosa de la letra y el paladar... Volvere a leerte, poeta

Anónimo dijo...

Magníficas letras.
Volveré por aquí.
Felicitaciones!!!