martes, 19 de diciembre de 2006

Éxito literario: sus reglas




Por Pedro GandolfoEl Mercurio,

Sábado 20 de Mayo de 2006






Independientemente del valor de su obra, que puede ser muy buena, un escritor chileno tiene hoy escasas posibilidades de ser exitoso, a menos que cumpla algunas reglas exteriores a la misma, reglas que, de acuerdo con mi experiencia, resumo en las siguientes:

1.- Gozar o haber gozado de una beca de residencia, haber participado en un seminario o, en el mejor escenario, hacer clases en un departamento de literatura hispanoamericana de
alguna importante universidad de Estados Unidos. Es paradójica esta suerte de "neocolonialismo", ejercido a través de una validación académica; no por paradójica menos potente.

2.- Establecer algún nexo cualquiera con la vida u obra de Roberto Bolaño. Admirando a este notable escritor, no alcanzo a comprender el efecto mágico que suscita su proximidad; pero he visto, en varios, una conversión urgente, desesperada y postuma a su ya casi religión.

3.- Ser amigo de escritores tales como Enrique Vila-Matas, Juan Villoro, Ricardo Piglia o Javier Cercas, por ejemplo. La amistad es preciso entenderla en un sentido laxo: se trata tan sólo de ser conocido por ellos, de participar juntos en ferias o congresos exclusivos, alojarse en el mismo hotel. Sentirse parte de "un cogollito". En lo posible, en las columnas de opinión de que se dispone, esta "amistad" se manifiesta en un nombrarse mutuamente unos a otros, como al pasar, con asiduidad, familiaridad y beneplácito. El éxito literario es un tren: hay que encaramarse de algún modo a él, y saber quiénes hacen de locomotoras.

4.- Los premios, aunque su prestigio pueda haber decaído, siguen siendo una palanca fundamental; sobre todo si se trata de los premios "Jorge Herralde", "Biblioteca Breve", de editorial Seix Barral, o el "Planeta". Ahora, parece que también habrá que añadir el "Premio Tusquet" de novela a los más codiciables: en su primera versión, con un jurado impecable, declaró desierto el galardón.

5.- El aura de la modernidad. Percibo que si, en lo formal o en el contenido, no se adoptan recursos provenientes del cine, del rock, de internet, de la ciencia (clonación, por ejemplo), las probabilidades de éxito son muy menores. Aunque sean meros guiños, mi consejo sería elaborar esa línea.

Quizá esta última regla sea la única lamentable en el fondo. El reconocimiento es algo legítimo y necesario en el mundo de las letras. Incluso el éxito medido tan sólo por las tiradas vendidas, y la popularidad no tiene nada repudiable. El problema se hace agudo, sin embargo, cuando estas reglas para alcanzarlo deforman el contenido y deterioran la calidad de la obra.

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