martes, 3 de julio de 2007

Tres Poemas de Anatomía de un vacío (Paolo Astorga)


MISS UNIVERSO


Aún sin estrellas
se sientan a escribir
constelaciones

Inés Cook




Debes estar limpia, con la cara plástica y tu vestido
de hilos morados, las sandalias de cuero de elefante
y el brillante collar de perlas azules.
No, no lloriquees, debes caminar por esa pasarela de fuego rojo
y sonreír a un par de buitres de madera, mover tus manos
hasta acariciar las luces que incineran tus ojos.
Tus cabellos no deben sentir el dolor de la calle, y tu corona
no debe caer en el espejo de tus palabras
contra la guerra en Irak.
Resiste toda la saliva que araña tu garganta
y tus entrañas vacías, mientras un látigo te azota las piernas,
y no llores porque estás sonriendo al jurado que aúlla a tus ovarios
y te escupe desde sus máscaras
y te despedazas en silencio
y te atemoriza morir de sobredosis,
pero no puedes hacer nada
la corona es más fuerte que todas las sombras
que detrás de ti te piden perdón y tratan de acariciar
el moretón de tu rostro que no deja de fingir.







VELO



A él lo imaginabas sin manos ni piernas
como un poema que se recuesta entre la luna estéril
que se hunde bajo las lágrimas de un niño iraquí.
Veías sus heridas
a su madre muerta a su costado
a su padre preso por un plato de comida
a su abuelo, la caja negra donde colecta
las fracturas de su voz.

Y ya nadie, detrás y delante, ya nadie.

Aún el aliento que huye por las ventanas
y las moscas que regresan a su piel,
gritos que ahogan sus entrañas,
debajo muy debajo
una tierna palabra derrotada
que parece hacerlo dormir.




TANGO MALVA




Copas estallando eternamente en silencio.
Mil bocas soplan tus cabellos y mis vacíos se llenan de ceniza.
Tus brazos se alzan y brota un bosque triste ascendido en la memoria
del piso secreto
sobre la oscura danza eterna que te mueve los pies,
que te hace gritar las llamas que arden los trajes
que arden las sombras que se pierden en tus ojos malva
que nunca te han dejado respirar.
Son una utopía tus labios, mientras las bestias queman sus gargantas
y borran tus huellas,
tus palabras asechando una copa vacía en el cemento.
Bailas, bailas, caes al piso,
y tu sombra
atrás
ya se ha aventado al vacío, y no has podido llorar
no has podido oír siquiera la infinita acequia que recorrió en algún momento
tu ternura.

Nabokov, treinta años después


Era ruso, se nacionalizó norteamericano y finalmente se afincó en Suiza, donde murió.


Agencias.


Nabokov y la portada de su libro. Después de ganarse la reverencia de la crítica y el público, Vladimir Nabokov murió hace treinta años (2 de julio), dejando tras de sí un puñado de obras maestras entre las que brilla un título que sigue siendo símbolo de las pasiones más inconfesables: Lolita.
"Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía". Así comienza esa novela capital de la literatura que aúna a su destreza técnica una temática osada: la tórrida obsesión de un hombre por la menor que da nombre al libro publicado en 1955.
Un personaje que también ha servido para bautizar popularmente como "lolitas" a esas adolescentes cuya mezcla de candor infantil y sensualidad adulta encarnó Sue Lyon en la película dirigida por Stanley Kubrick en 1962.
El filme tuvo que superar múltiples trabas con la censura propia del puritanismo de aquellas fechas, que impidió a Nabokov publicar por primera vez Lolita en EEUU, el país que había acogido quince años antes al autor ruso cuando huía de la Europa devastada por el nazismo.
Tras ser rechazado el manuscrito por cinco editoriales estadounidenses, Lolita fue publicada finalmente por una editorial francesa, Olympia Press, especializada en literatura erótica.
Nacido en San Petersburgo el 10 de abril de 1899 en una familia aristocrática, recibió una educación esmerada. El estallido de la revolución bolchevique de 1917 obligó a la familia al exilio en el Reino Unido, donde el joven Nabokov se licenció en Literatura Inglesa por la Universidad de Cambridge.
La actriz Dominique Swain encarna en un filme a la sensual y controvertida adolescente.Después de trasladarse a Alemania, también se interesó por la filología alemana y la zoología. Sin embargo, la vida de Nabokov en aquella Europa acechada por los conflictos y las tensiones sociopolíticas no fue nada fácil. El 22 de marzo de 1922, su padre, que había fundado un periódico liberal dirigido a los exiliados rusos en Berlín, fue asesinado.
Nabokov, quien se pagaba sus estudios universitarios con sus clases particulares como profesor de idiomas y sus traducciones, había dado sus primeros pasos literarios en la capital alemana, donde escribió en ruso poemas simbolistas –con el seudónimo de Vladimir Sirin–, cuentos y varias novelas cortas.
También en Berlín ocurriría en 1925 otro hecho clave en su vida, cuando en un baile de máscaras conoció a Vera Slonin, una compatriota de origen judío y también de ascendencia aristocrática que acabaría siendo la mujer de su vida.
El matrimonio se celebró cuando el nazismo iniciaba su ascenso en Alemania, por lo que, ante el temor de que Vera pudiera ser perseguida, se embarcó hacia Estados Unidos en 1940. Nabokov tenía ya una carrera literaria en ruso.
Al llegar a EEUU, los Nabokov se nacionalizaron norteamericanos y él abrió una nueva etapa literaria en inglés, idioma que manejó desde el principio con rara perfección y al que transformó en "algo que, por su cadencia, su melodía y su flexibilidad, jamás había sido antes", según Slonin.
La verdadera vida de Sebastian Knight (1941) fue su primer título en la lengua de Shakespeare.
Le siguieron Barra siniestra (1947) y Lolita (1955), su obra más famosa y polémica aún en pleno siglo XXI.
Después de alcanzar la fama, Nabokov recuperó dos viejas pasiones: el estudio de las mariposas y el ajedrez, que aún seguía cultivando cuando lo sorprendió la muerte en Montreux el 2 de julio de 1977.