sábado, 30 de junio de 2007

Revista Literaria Remolinos No. 25


Saludos, estimados lectores de la Revista digital de creación literaria Remolinos. Le informamos que acabamos de editar el número 25 de nuestra revista, la cual contiene la más selecta expresión literaria y cultural de autores de diferentes partes del mundo. Lo invitamos a disfrutar de esta nueva edición que ha sido creada exclusivamente para todos ustedes.

Agradeceríamos eternamente que distribuya esta información a todos los que desee conveniente.

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Saludos y Éxitos,

Paolo Astorga
Editor de La revista digital de creación literaria Remolinos.Descarga gratis el libro de poemas Anatomía de un vacío, escrito por Paolo Astorga, sólo has cliq aquí

lunes, 25 de junio de 2007

Leopoldo Maria Panero

Este es un poeta ¿Maldito? ¿Loco?

jueves, 21 de junio de 2007

“La literatura motor del progreso"


Señaló también que las dictaduras siempre han intentado cierto control en el quehacer literario.
Quito.


EFE.


Vargas Llosa ensalzó la buena literatura.El escritor peruano Mario Vargas Llosa defendió en Quito la literatura como "algo que transforma íntimamente nuestras vidas" y que sirve de motor al "progreso" y "la libertad".
En una conferencia sobre "La literatura y la vida" ante más de dos mil personas que abarrotaban el Teatro Nacional de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Vargas Llosa recordó que "no hay una sola dictadura en la historia que no haya intentado poner cierto control en el quehacer literario".
Para las dictaduras, la literatura es "una actividad peligrosa, potencialmente díscola y sediciosa", y por eso han establecido "sistemas de control y censura para la actividad literaria", señaló el escritor, autor de La ciudad y los perros. A las personas díscolas, inconformes y descontentas, en su opinión, les "debe la humanidad el progreso", pues indicó: "Si no hubiésemos sido capaces de imaginar otra vida, seguiríamos en las cavernas".
"La literatura nos induce siempre a desear más y vivir mejor de lo que vivimos" y nos lleva a una postura de "descontento y rebeldía", que ha servido al ser humano para inventar la libertad, dijo el novelista peruano.
"En todos los aspectos de la vida, la buena literatura nos ha hecho más libres", insistió Vargas Llosa, para quien, "gracias a esa actitud, existe la democracia, el sistema que ha sabido mejor, a lo largo de toda la historia, hacer convivir a los hombres y mujeres a pesar de sus grandes diferencias". Para él, "nada como una gran obra literaria para despertar en nosotros un sentimiento de fraternidad y solidaridad" con el resto del mundo, lo que sirve para combatir "todas esas variantes de la estupidez que son el racismo, la xenofobia, los prejuicios sociales, raciales, culturales y sexuales".
Por estos motivos, entre otros, Vargas Llosa recalcó que la literatura no es "una actividad prescindible", sino que "aporta algo mucho más duradero y profundo, algo que transforma íntimamente nuestras vidas".
Por otro lado, Vargas Llosa vaticinó que en el futuro la cultura, la literatura y las artes adoptarán "un mundo fundamentalmente femenino, porque las mujeres han asumido la responsabilidad de mantener viva la literatura y la cultura".
"En nuestro tiempo, las mujeres leen mucho más que los hombres", señaló el novelista peruano al basarse en encuestas, por lo que agregó: "Lo siento por los hombres, porque creo que prescindir de la literatura constituye una extraordinaria merma intelectual y vital".


Asunto de biógrafos
Durante su estancia en Quito, en declaraciones a la emisora Telemazonas, Vargas Llosa confesó que tiene un "pacto tácito" con el escritor colombiano Gabriel García Márquez, por el que ninguno de los dos habla del otro, motivo por el que no han revelado por qué se enemistaron. Por esa razón, han dejado a los biógrafos averiguar qué pasó entre ellos el 12 de febrero de 1976, cuando, tras un incidente violento en la ciudad de México, acabaron con su amistad. También señaló a Teleamazonas que no piensa en el Premio Nobel, pues los escritores que "viven pensando en el Premio Nobel, se vuelven malos escritores". Vargas Llosa fue declarado Huésped Ilustre de Quito.


El dato
ASEDIO CRÍTICO. El estudioso literario peruano José Miguel Oviedo acaba de publicar Dossier de Vargas Llosa, (Ed. Santillana), una selección de sus escritos sobre el autor de La ciudad y los perros. El libro se presentará el próximo lunes en la Casona de San Marcos.

miércoles, 20 de junio de 2007

Entrevista a benedetti


CON MARIO BENEDETTI
-Mario, en 1949 entra a formar parte como miembro del Consejo de redacción de la revista Número, que fue una de las más destacadas de la época en Montevideo. Los componentes de la citada revista fueron acusados de extranjerizantes porque traducían y leían autores franceses, ingleses, alemanes, norteamericanos, etc. ¿Cree que en ese afán por aproximarse a lo europeo y a lo norteamericano se olvidaba la realidad de América Latina?
-No es que olvidáramos la realidad de América Latina, porque en esos mismos años nos ocupamos de buena cantidad de escritores latinoamericanos, y específicamente de uruguayos, pero poníamos bastante el acento, sobre todo en las páginas de Marcha, en escritores extranjeros. Por ejemplo, en mi caso, uno de mis primeros libros de ensayos fue sobre Marcel Proust (Marcel Proust y otros ensayos), pero en esa misma época también escribí sobre Carlos Reyles.
Nos encandilaba la calidad de escritores como Proust o Joyce, por ejemplo. Descubrir a Joyce fue todo un acontecimiento, la utilización del monólogo interior en el Ulises nos deslumbró. Creo que tal vez lo exageramos, pero no fue negativo, nunca es negativo acrecentar la aportación cultural. En aquellos años, en mi país, cuando se hablaba de nuestra literatura los críticos siempre habían sido complacientes con nuestros escritores, no se les exigía como a los extranjeros, y nosotros, desde Marcha, se lo exigimos como si fuesen extranjeros, les medimos con el mismo rigor que podíamos opinar sobre escritores de otros países. En medio de esas acusaciones de extranjerizantes fuimos los únicos que nos ocupamos de la «Generación del 900», le dedicamos un monográfico de 500 páginas, y en todos los números había un artículo sobre algún autor nacional o latinoamericano. Pero, el otro grupo, el de Asir, no se ocupaba de los escritores extranjeros, la diferencia era ésa, como si para ellos no existiera la literatura francesa o la inglesa, o la norteamericana.
-Tornando como punto de partida esta diferencia, ¿podría aportar otras entre la revista Número y Asir?
-Creo que la revista Número era bastante más rigurosa y cuando se ocupaba de la literatura nacional lo hacía casi siempre sobre la literatura urbana, un modo de hacer literatura que empezó con nuestra generación, «la del 45», porque hasta esos momentos la literatura uruguaya sólo trataba temas sobre el campo, sobre gauchos, etc., y estábamos en una época en que todo eso había cambiado. Los escritores que producían en estos años casi ninguno venía del campo, el campo que habían conocido ellos era a través de otros poetas que sí habían vivido esta experiencia, como Javier de Viana, fundamentalmente, y se notaba excesivamente ese traspaso. Los escritores de Asir reflejaban en sus escritos un ambiente idealista y romántico, hablaban del paisaje, de la naturaleza, y jamás se referían a la ciudad. Además, en aquellas fechas, estaban aconteciendo muchas cosas en la ciudad, la mitad del país vivía en Montevideo, esa era la realidad. De ahí vino la polémica. Con el tiempo, tanto los miembros de Asir como los de Número, se dividieron por razones políticas.
-Creo que uno de los motivos fue que algunos estaban en contra de la Revolución cubana, y otros a favor.
-En los dos grupos se dio eso, pero en Asir predominó la tendencia contra y en Número la tendencia a favor, aunque éramos nosotros los extranjerizantes. En Número sólo se puso en contra Emir Rodríguez Monegal.
-¿Por qué razón se puso en contra?
-Es una historia complicada. A Rodríguez Monegal le ofrecieron la dirección de la revista Mundo Nuevo que se publicaba en París y que era una revista patrocinada por el Congreso por la Libertad de la Cultura, él aceptó y me ofreció a mí la Secretaría, que no acepté. Nosotros teníamos datos, que después fueron confirmados por la realidad, de que esta revista estaba financiada por la CIA, y Emir decía que no, pero no lo pudimos convencer. La revista Número se fracturó porque ninguno lo quiso acompañar en la dirección de Mundo Nuevo, y porque él, sin que nosotros lo supiésemos había registrado la revista a su nombre, él retiró la autorización por el problema que hubo y ya no lo volvimos a ver. Pero tampoco sacamos otra. Entonces pensamos que había pasado el momento de las revistas literarias, y cada uno teníamos ya obra publicada, sin perjuicio de que estuviéramos vinculados o no a la causa cubana. Emir estuvo varios años en la dirección de Mundo Nuevo -no es que esta revista tuviese un mal nivel literario, colaboraron buenos escritores de América Latina- pero nosotros la rechazarnos por motivos políticos y por la información que teníamos. Pasados unos años, el Congreso de Libertad por la Cultura hizo una asamblea en París donde reconoció que estaba financiado por la CIA a través de la fundación FORD, ahí Emir quedó bastante malparado. La Fundación FORD puso una serie de condiciones para que Emir siguiera dirigiendo la revista, en principio él las aceptó pero después de la revelación no le quedaba otro remedio que cambiar de actitud y al final lo echaron. Nosotros también se lo habíamos pronosticado. Después le consiguieron trabajo en la Universidad de Yale donde alcanzó puestos destacados y estuvo allí hasta que murió.
-En 1945 entra a formar parte del equipo de redacción del semanario Marcha ¿Tiene alguna conexión este semanario con otras revistas de esa época en América Latina o en Europa? La estructura, la creación, la parte de ensayo, etc.
-La revista tenía una estructura que se mantuvo del primero hasta el último número. La primera parte era política; otra sección estaba dedicada a «Cartas de los lectores», de los montones que recibíamos todas las semanas teníamos que elegir las que íbamos a publicar en el próximo número. También había otra sección de temas nacionales que podían ser no estrictamente políticos, sino sociales, sindicales, etc. Otra sección de política internacional; y las dos últimas eran, una de espectáculos y otra literaria. Antes de esa parte cultural había una página humorística, por ahí pasamos varios escritores que al final lo dejábamos porque es un género que agota bastante.
-Explique algo más sobre la parte humorística en la que Ud. fue un asiduo colaborador.
-Yo firmaba con el pseudónimo de Damocles y la sección se llamaba «Mejor es meneallo», parafraseando a Cervantes. Las crónicas humorísticas mías trataban sobre temas que los demás medios de comunicación no mencionaban, pero con humor, ironía, incluso la primera vez que vine a Europa seguía haciendo las crónicas humorísticas de Damocles, pero sobre Europa. En España hice una sobre las corridas de toros. Ese lenguaje de los cronistas taurinos me parecía muy gracioso e hice una nota utilizando esa jerga, pero exagerando la parte humorística.
Era un género agobiador, sobre todo si uno tiene éxito, porque la gente estaba esperando la nota todas las semanas; pero si una semana uno no tenía ganas de escribirla, ni de reírse, entonces venían los reproches. Era una presión tremenda y abandoné mi carrera profesional de humorista. Pero por ahí pasaron humoristas como Carlos María Gutiérrez, Carlos Maggi, Pelo Duro, Julio Suárez, etc. Esta sección se ha tratado de que sobreviva en Brecha, que es el semanario que hay ahora en Uruguay, fundado por sobrevivientes de Marcha, y también por otros jóvenes. Los componentes de Brecha dicen que también querían llamar a este semanario Marcha, pero la familia de Carlos Quijano no lo autorizó.
-Seguimos con Marcha. Ud. se vino a Europa en el año 57 como corresponsal del citado semanario y de El Diario. Aparte de las crónicas humorísticas, ¿qué es lo que le interesaba a Ud. de Europa y qué le interesaba a su periódico?
Las notas y los reportajes los escribía para El Diario, pero hice algunas más culturales para Marcha, por ejemplo le hice un reportaje a Arturo Barea en Londres, a quien yo había conocido en Montevideo. Autor de La forja de un rebelde, es un escritor español que sólo hace pocos años se ha publicado en España, porque antes estaba prohibido. También le hice un reportaje a Gérard Philipe, el actor, en París, donde estaba filmando una película sobre la vida de Modigliani. También notas sobre espectáculos que vi, como el de Ingrid Bergman que estaba haciendo Té y simpatía en París. Las notas culturales eran para Marcha y las otras más periodísticas para el Diario; por ejemplo, iban a hacer los Juegos Olímpicos en Roma, pero no estos últimos sino los anteriores, y conseguí una entrevista con el Presidente del Comité Olímpico. También hice notas sobre países como Suecia, Noruega, etc., tierras que para mí eran extrañas y que allá podrían llamar la atención.
-Antes de marchar a Europa publica en 1956 Poemas de la oficina, que es un libro de poesía coloquial. Ud. está haciendo un tipo de creación poética que en su país no hacían otros escritores ¿Cómo se le ocurrió crear una poesía diferente? Defina también la otra forma de escribir poesía que se estaba haciendo en su país.
-En esos momentos la poesía que se escribía tanto en Uruguay como en Argentina era muy hermética, misteriosa, poesía de evasión donde aparecían gacelas, corzas, madréporas etc., toda una retórica que parecía que espantaba a los lectores y consecuentemente no se vendía nada, lo cual era bastante dramático para los poetas. Ninguna editorial quería publicar libros de poesía, así que el poeta tenía que ir llevando los libros a las librerías y pasaban a los tres o cuatro meses y retiraban la misma cantidad que habían dejado; era bastante decepcionante. Yo no escribí esos poemas para hacer una poesía en contra de ésta, sino que no me sentía inclinado a escribir este tipo de poemas.
Estuve trabajando una temporada en Buenos Aires y un día encontré un libro de la colección Austral, una antología poética de Baldomero Fernández Moreno, y me encontré con un poeta con el que inmediatamente me sentí afín; era un poeta que tenía obsesión por la claridad, porque se bajaba de la retórica de todos los poetas de la época. Me encontré con alguien que, aunque era claro y sencillo era un poeta, evidentemente. Poco tiempo después con ese estímulo empecé a escribir composiciones que no eran imitación de Fernández Moreno, sino poemas que pretendían ser claros. La claridad se convirtió para mí en una obsesión, aunque después, más adelante, he escrito algunos poemas oscuros, pero en general mi poesía andaba por ahí. Con el tiempo me encontré mejor representado en José Martí o en Antonio Machado, porque su claridad era más transparente que en Fernández Moreno, pero para mí fue un libro decisivo porque me hizo reconocer un rumbo.
-Al igual que Ud. con Poemas de la oficina, otros escritores a finales de los años 50, desde diferentes países de América Latina, empiezan a escribir poesía coloquial. Sabiendo que son poetas que en aquellos años aún no tienen ninguna relación personal ¿Por qué surge esta corriente con tanta intensidad?
Parra fue el primero en escribir este tipo de poesía, aunque no era coloquial, sino antipoeta, pero yo no lo conocía personalmente, ni había leído jamás un poema suyo, incluso pasaron muchos años para que yo pudiera conseguir un ejemplar, y lo conseguí la única vez que me dejaron entrar en los EE.UU. Su obra no había llegado ni a Uruguay ni a Argentina, que eran los mercados que yo tenía más a mano. Había oído hablar de él, pero sólo conocí su obra años más tarde.
¿Por qué en varios lados empezamos a escribir esa poesía conversacional? Falta saberlo. Pero yo creo que estaban pasando en América Latina muchas cosas que de alguna manera conmovieron y aludieron a los escritores. Y aparte de eso, aunque cada uno empezó por su lado, nos fuimos conociendo y al poco tiempo la primera consecuencia de la poesía conversacional fue que empezamos a conversar entre nosotros también, fue un estímulo saber que uno no estaba solo en esa tendencia. Cuando yo empecé a escribir Poemas de la oficina pensé que nadie estaba escribiendo poemas con ese estilo y esa no era una sensación buena, porque cuando uno está aislado componiendo de una manera puede ser que esté equivocado si todos van por otro lado. Fue un alivio conocer la poesía de Gelman, de Fernández Retamar, de Pacheco, de Dalton, de Cardenal. Además todos éramos diferentes, se usaba lo conversacional como un instrumento. Como cada uno estaba en una realidad distinta la poesía era diferente; por ejemplo, Cardenal hacía poesía conversacional, pero metido en un monasterio trapense donde estaba prohibido escribir poemas y él memorizaba todo. Cuando deja el monasterio lo escribe, y escribe desde la perspectiva de un sacerdote, aunque tiene una visión muy amplia y está muy atento a la realidad, pero es otra visión. Pacheco escribe en México y la realidad es distinta a la del Río de la Plata, o la de Chile; Adoum en Ecuador, que además no vive en este país sino en París, etc. Hay otros muchos entrecruzamientos que se dan en este tipo de poesía conversacional.
-¿Existen también razones políticas y sociales para escribir este tipo de poesía?
-No sé, creo que hay bastantes coincidencias políticas, casi todos éramos gente de izquierdas, lo cual facilitó la comunicación entre unos y otros. A veces se habla de quién influyó a quién, pero yo creo que más que influirnos mutuamente, que puede ser en algún caso excepcional, creo que la realidad nos influyó a todos, porque en casi todos los poetas conversacionales la realidad es una presencia muy importante.
-Y relacionado con lo anterior, ¿cree que la poesía coloquial es un instrumento subversivo e iconoclasta? Me refiero a que en esta poesía hay siempre una tendencia a criticar la realidad y una llamada a favor del cambio social. Y para aprovechar la pregunta doblemente, ¿son iconoclastas respecto a la poética anterior?
-Creo que quien la usó como iconoclasta fue Parra en la antipoesía, pero como dice Retamar en su conocido artículo sobre poesía coloquial, la antipoesía es negativa, está siempre contra algo, la coloquial, aunque está contra cosas, se siente más afín con lo que está a favor, es más positiva ¿Si fue usada como instrumento subversivo? Fue utilizada con connotaciones políticas y sociales, pero más bien postulando siempre cosas a favor en vez de burlarse o derribar otras, aunque va implícito que si se destruyen muchas de las cosas que los poetas coloquiales proponen, van a ser destruidas muchas de las cosas vigentes. Pero también hay poetas que han escrito poesía conversacional y casi no han tocado el tema político, en cambio otros sí lo hacen frecuentemente.
-En nuestros días, muchas mujeres poetas como Idea Vilariño, Nancy Morejón, Gioconda Belli, Daysi Zamora, Rosario Murillo, etc. también escriben poesía coloquial de tono conversacional ¿Observa algunas diferencias entre el tipo de poesía escrita por mujeres y la que escriben ustedes los hombres?
-Creo que sí hay diferencia. Aunque utilicen también lo coloquial como instrumento, en la poesía conversacional de los hombres se da mucho el humor y la ironía. Incluso diferenciándola de la antipoesía de Parra, que es más agresiva e iconoclasta, la nuestra hace una crítica social pero casi siempre aparece el humor, menos quizá en Cardenal, que es el más serio de todos nosotros; pero en los demás el humor, y sobre todo la ironía, se emplea como un elemento fijador. Se está diciendo un concepto serio y se le agrega la ironía o el humor y es más fácil que el concepto se fije en el lector. Las poetas mujeres dan directamente la idea seria, en ellas se emplea menos el recurso del humor y de la ironía, a veces sí lo utilizan Claribel Alegría y Gioconda Belli, pero no con la frecuencia con lo que lo hacen los hombres. En las otras que has nombrado aparece poco el humor. Ésta es una diferencia. Otra es que en los escritores varones aparece el tema del amor y del sexo, pero como una continuación de la poesía que viene de antes; en la mujer que escribe poesía coloquial hay como una liberación, tratan el tema de lo sexual, el amor, lo erótico con mucha más libertad que casi todas sus antecesoras, salvo Delmira Agustini, que lo hizo mucho antes y con mucha libertad, pero las otras que trataron el tema del amor, lo hicieron apto para menores. Las nuevas mujeres lo tratan con mucho realismo y usando metáforas de gran fuerza, creo que quien lo hace con más fuerza es Gioconda Belli. Éstas son, entre otras, las diferencias que se pueden detectar.
Publicada en Poética coloquial hispanoamericana, Alicante, Universidad, 1997

martes, 19 de junio de 2007

Presentan Obras reunidas de Fuentes



Escritor mexicano Carlos Fuentes.El escritor Carlos Fuentes acaba de publicar el primer volumen de sus "Obras reunidas", en Madrid. Este primer volumen incluye sus novelas "La muerte de Artemio Cruz" y "Los años con Laura Díaz". Según el diario mexicano El Universal, se trata de un proyecto editorial que publicará cada año dos tomos con obras del mexicano. El próximo será dado a conocer en octubre e incluirá las novelas "La región más transparente", "Agua quemada" y "Cristóbal Nonato". El primer volumen incluye una presentación del crítico peruano Julio Ortega.

último reino - Jorge E. Eielson





Aura suprema, besa mi garganta helada,
Confiéreme la gracia de la vida, dame
El suplicio de la sangre, la majestad
De la nube. Que en cada gota del diluvio
Haya tristeza, sombra y amor. ¡Oh, romped
Hervores materiales, cráteres radiosos!
El sol del caos es grato a la serpiente
Y al poeta. Las nieves que ellos funden
Caen al fondo del verano, entre aletazos
De gloriosa lava, de luciérnagas
Y cerdos fulgurantes. Nada impide ahora
Que la onda de los aires resplandezca
O que reviente el seno de la diosa
En algún negro bosque. Nada
Sino los puros aros naturales arden,
Nada sino el suave heliotropo favorece
La entrada lila de las bestias y el otoño
En el planeta. Yo quisiera que así fuera
La alta puerta que me aguarda tras el humo
De mi vida, como una grave dalia en pedestal
De piedra, o un esqueleto deslumbrado.

lunes, 18 de junio de 2007

Convocatoria!!!!!!!!


La revista digital de creación literaria Remolinos, (es.geocities.com/revista_remolinos)impulsando la creación literaria y la promoción artística y cultural, convoca a participar de la II Antología digital de poesía "una voz en el abismo", la cual reunirá a poetas de diferentes partes del planeta con un solo propósito: Hacer poesía.

LA PIEL DE UN INDIO NO CUESTA CARO (Julio Ramón Ribeyro)



-¿Piensas quedarte con él? -preguntó Dora a su marido.Miguel, en lugar de responder, se levantó de la perezosa donde tomaba el sol y haciendo bocina con las manos gritó hacia el jardín:-¡Pancho!Un muchacho que se entretenía sacando la yerba mala volteó la cabeza, se puso de pie y echó a correr. A los pocos segundos estuvo frente a ellos.-A ver, Pancho, dile a la señora cuanto es ocho más ocho.-Dieciséis.-¿Y dieciocho más treinta?-Cuarentiocho.-¿Y siete por siete?Pancho pensó un momento.-Cuarentinueve.Miguel se volvió hacia su mujer:-Eso se lo he enseñado ayer. Se lo hice repetir toda la tarde pero se le ha grabado para toda la vida.Dora bostezó.-Guárdalo entonces contigo. Te puede ser útil.-Por supuesto. ¿No es verdad Pancho que trabajarás en mi taller?-Sí, señor.A Dora que se desperezaba:-En Lima lo mandaré a la escuela nocturna. Algo podemos hacer por este muchacho. Me cae simpático.-Me caigo de sueño -dijo Dora.Miguel despidió a Pancho y volvió a extenderse en su perezosa. Todo el vallecito de Yangas se desplegaba ante su vista. El modesto río Chillón regaba huertos de manzanos y chacras de panllevar. Desde el techo de la casa se podía ver el mar, al fondo del valle, y los barcos surtos en el Callao.-Es una suerte tener una casa acá -dijo Miguel-. Sólo a una hora de Lima. ¿No, Dora?Pero ya Dora se había retirado a dormir la siesta. Miguel observó un rato a Pancho que merodeaba por el jardín persiguiendo mariposas, moscardones; miró el cielo, los cerros, las plantas cercanas y se quedó profundamente dormido.Un griterío juvenil lo despertó. Mariella y Víctor, los hijos del presidente del club, entraban al jardín. Llevaba cada cual una escopeta de perdigones.-Pancho, ¿Vienes con nosotros? -decían-. Vamos a cazar al cerro.Pancho desde lejos, buscó la mirada de Miguel, esperando su aprobación.-¡Anda no más! -gritó-, ¡y fíjate bien que estos muchachos no hagan barbaridades!Los hijos del presidente salieron por el camino del cerro, escoltados por Pancho. Miguel se levantó, miró un momento las instalaciones del club que asomaban a lo lejos, tras un seto de jóvenes pinos, y fue a la cocina a servirse una cerveza.. Cuando bebía el primer sorbo, sintió unas pisadas en la terraza.-¿Hay alguien aquí? -preguntaba una voz.Miguel salió: era el presidente del club.-Estuvimos esperándolos en el almuerzo -dijo-. Hemos tenido cerca de sesenta personas.Miguel se excusó:-Usted sabe que Dora no se divierte mucho en las reuniones. Prefiere quedarse aquí leyendo.-De todos modos -añadió el presidente- hay que alternar un poco con los demás socios. La unión hace la fuerza. ¿No saben acaso que celebramos el primer aniversario de nuestra institución? Además no se podrán quejar del elemento que he reunido en torno mío. Toda gente chic, de posición, de influencia. Tú, que eres un joven arquitecto...Para cortar el discurso que se avecinaba, Miguel aludió a los chicos:-Mariella y Víctor pasaron por acá. Iban al cerro. He hecho que Pancho los acompañe.-¿Pancho?-Un muchacho que me va a ayudar en mi oficina de Lima. Tiene sólo catorce años. Es del Cuzco.-¡Que se diviertan, entonces!Dora apareció en bata, despeinada, con un libro en la mano.-Traigo buenas noticias para tu marido -dijo el presidente-. Ahora, durante el almuerzo, hemos decidido construir un nuevo bar, al lado de la piscina. Los socios quieren algo moderno, ¿Sabes? Hemos acordado que Miguel haga los planos. Pero tiene que darse prisa. En quince días necesitamos los bocetos.-Los tendrán -dijo Dora.-Gracias -dijo Miguel-. ¿No quiere servirse un trago?-Por supuesto. Tengo además otros proyectos de más envergadura. Miguel tiene que ayudarnos. ¿No te molesta que hablemos de negocios en día domingo?El presidente y Miguel se sentaron en la terraza a conversar, mientras Dora recorría el jardín lentamente, bebía el sol, se dejaba despeinar por el viento.-¿Dónde está Pancho? -preguntó.-¡En el cerro! -gritó Miguel-. ¿Necesitas algo?-No; pregunto solamente.Dora continuó paseándose por el jardín, mirando los cerros, el esplendor dominical. Cuando regresó a la terraza, el presidente se levantaba.-Acordado, ¿no es verdad? Pasa mañana por mi oficina. Tengo que ir ahora a ver a mis invitados. ¿saben que habrá baile esta noche? Al menos pasarán un rato para tomarse un cóctel.Miguel y Dora quedaron solos.-Simpático tu tío -dijo Miguel-. Un poco hablador.-Mientras te consiga contratos -comentó Dora.-Gracias a él hemos conseguido este terreno casi regalado -Miguel miró a su alrededor-. ¡Pero habría que arreglar esta casa un poco mejor! Con los cuatro muebles que tenemos sólo está bien para venir a pasar el week-end.Dora se había dejado caer en una perezosa y hojeaba nuevamente su libro. Miguel la contempló un momento.-¿Has traído algún traje decente? Creo que debemos ir al club esta noche.Dora le echó una mirada maliciosa:-¿Algún proyecto entre manos?Pero ya miguel, encendiendo un cigarrillo, iba hacia el garaje para revisar su automóvil. Destapando el motor se puso a ajustar tornillos, sin motivo alguno, sólo por el placer de ocupar sus manos en algo. Cuando medía el aceite, Dora apareció a sus espaldas.-¿Qué haces? He sentido un grito en el cerro.Miguel volvió la cabeza. Dora estaba muy pálida. Se aprestaba a tranquilizarla, cuando se escuchó cuesta arriba el ruido de unas pisadas precipitadas. Luego unos gritos infantiles. De inmediato salieron al jardín. Alguien bajaba por el camino de pedregullo. Pronto Mariella y Víctor entraron sofocados.-¡Pancho se ha caído! -decían-. Está tirado en el suelo y no se puede levantar.-¡Está negro! -repetía Mariella. Miguel los miró. Los chicos estaban transformados: tenían rostros de adultos.-¡Vamos allí! -dijo y abandonó la casa, guiado por los muchachos.Comenzó a subir por la pendiente de piedras, orillada de cactus y de maleza.-¿Dónde es? -preguntaba.-¡Más arriba!Durante un cuarto de hora siguió subiendo. Al fin llegó hasta los postes que traían la corriente eléctrica al club. Los muchachos se detuvieron.-Allí está -dijeron, señalando al suelo.Miguel se aproximó. Pancho estaba contorsionado, enredado en uno de los alambres que servían para sostener los postes. Estaba inmóvil, con la boca abierta y el rostro azul. Al volver la cara vio que los hijos del presidente seguían allí, espiando, asustados, el espectáculo.-¡Fuera! -les gritó-. ¡Regresen al club ¡No quiero verlos por acá!Los chicos se fueron a la carrera. Miguel se inclinó sobre el cuerpo de Pancho. Por momentos le parecía que respiraba. Miró el alambre ennegrecido, el poste, luego los cables de alta tensión que descendían del cerro y poniéndose de pie se lanzó hacia la casa.Dora estaba en medio del jardín, con una margarita entre los dedos.-¿Qué pasa?-¿Dónde está la llave del depósito?-Está colgada en la cocina. ¡Qué cara tienes!Miguel hurgó entre los instrumentos de jardinería hasta encontrar la tijera de podar, que tenía mangos de madera.-¿Qué le ha pasado a ese muchacho? -insistía Dora.Pero ya Miguel había partido nuevamente a la carrera. Dora vio su figura saltando por la pañolería, cada vez más pequeña. Cuando desapareció en la falda del cerro, se encogió de hombros, aspiró la margarita y continuó deambulando por el jardín.Miguel llegó ahogándose al lado de Pancho y con las tijeras cortó el alambre aislándolo del poste y volvió a cortar aislándolo de la tierra. Luego se inclinó sobre el muchacho y lo tocó por primera vez. Estaba rígido. No respiraba. El alambre le había quemado la ropa y se le había incrustado en la piel. En vano trató Miguel de arrancarlo. En vano miró también a su alrededor, buscando ayuda. En ese momento, al lado de ese cuerpo inerte, supo lo que era la soledad.Sentándose sobre él, trató de hacerle respiración artificial, como viera alguna vez en la playa, con los ahogados. Luego lo auscultó. Algo se escuchaba dentro de ese pecho, algo que podría ser muy bien la propia sangre de Miguel batiendo en sus tímpanos. Haciendo un esfuerzo, lo puso de pie y se lo echó al hombro. Antes de iniciar el descenso miró a su alrededor, tratando de identificar el lugar. Ese poste se encontraba dentro de los terrenos del club.Dora se había sentado en la terraza. Cuando lo vio aparecer con el cuerpo del muchacho, se levantó.-¿Se ha caído?Miguel, sin responder, lo condujo al garaje y lo depositó en el asiento del automóvil. Dora lo seguía.-Estás todo despeinado. Deberías lavarte la cara.Miguel puso el carro en marcha.-¿A dónde vas?-¡A Canta! -gritó Miguel, destrozando, al arrancador, los tres únicos lirios que adornaban el jardín.El médico de la Asistencia Pública de Canta miró al muchacho.-Me trae usted un cadáver.Luego lo palpó, lo observó con atención.-¿Electrocutado, no?-¿No se puede hacer algo?? -insistió Miguel-. El accidente ha ocurrido hace cerca de una hora.-No vale la pena. Probaremos, en fin, si usted lo quiere.Primero le inyectó adrenalina en las venas. Luego le puso una inyección directa en el corazón.-Inútil -dijo-. Mejor es que pase usted por la comisaría para que los agentes constaten la defunción.Miguel salió de la Asistencia Pública y fue a la comisaría. Luego emprendió el retorno a la casa. Cuando llegó, atardecía.Dora estaba vistiéndose para ir al club.-Vino el presidente -dijo-. Está molesto porque Mariella ha vomitado. Han tenido que meterla a la cama. Dice que qué cosa ha pasado en el cerro con ese muchacho.-¿Para qué te vistes? -preguntó Miguel-. No iremos al club esta noche. No irás tú en todo caso. Iré yo solo.-Tú me has dicho que me arregle. A mí me da lo mismo.-Pancho ha muerto electrocutado en los terrenos del club. No estoy de humor para fiestas.-¿Muerto? -preguntó Dora-. Es una lástima. ¡Pobre muchacho!Miguel se dirigió al baño para lavarse.-Debe ser horrible morir así -continuó Dora-. ¿Piensas decírselo a mi tío?-Naturalmente.Miguel se puso una camisa limpia y se dirigió caminando al club. Antes de atravesar la verja se escuchaba ya la música de la orquesta. En el jardín había lagunas parejas bailando. Los hombres se habían puesto sombreritos de cartón pintado. Circulaban los mozos con azafates cargados de whisky, gin con gin y jugo de tomate.Al penetrar al hall vio al presidente con un sombrero en forma de cucurucho y un vaso en la mano. Antes de que Miguel abriera la boca, ya lo había abordado.-¿Qué diablos ha sucedido? Mis chicos están alborotados. A Mariella hemos tenido que acostarla.-Pancho, mi muchacho, ha muerto electrocutado en los terrenos del club. Por un defecto de instalación, la corriente pasa de los cables a los alambres de sostén.El presidente lo cogió precipitadamente del brazo y lo condujo a un rincón.-¡Bonito aniversario! Habla más bajo que te pueden oír. ¿Estás seguro de lo que dices?-Yo mismo lo he recogido y lo he llevado a la asistencia de Canta.El presidente había palidecido.-¡Imagínate que Mariella o que Víctor hubieran cogido el alambre! Te juro que yo...-¿Qué cosa?-No sé... Habría habido alguna carnicería.-Le advierto que el muchacho tiene padre y madre. Viven cerca del Porvenir.-Fíjate, vamos a tomarnos un trago y a conversar detenidamente del asunto. Estoy seguro que las instalaciones están bien hechas. Puede haber sucedido otra cosa. En fin, tantas cosas suceden en los cerros. ¿No hay testigos?-Yo soy el único testigo.-¿Quieres un whisky?-No. He venido sólo a decirle que a las diez de la noche regresaré a Lima con Dora. Veré a los padres del muchacho para comunicarles lo ocurrido. Ellos verán después lo que hacen.-Pero Miguel, estérate, tengo que enseñarte donde haremos el nuevo bar.-¡Por lo menos quítese usted ese sombrero! Hasta luego.Miguel atravesó el camino oscuro. Dora había encendido todas las luces de la casa. Sin haberse cambiado su traje de fiesta, escuchaba música en un tocadisco portátil.-Estoy un poco nerviosa -dijo.Miguel se sirvió, en silencio, una cerveza.-Procura comer lo antes posible -dijo-. A las diez regresaremos a Lima.-¿Por qué hoy? -preguntó Dora.Miguel salió a la terraza, encendió un cigarrillo y se sentó en la penumbra, mientras Dora andaba por la cocina. A lo lejos, en medio de la sombra del valle, se divisaban las casitas iluminadas de los otros socios y las luces fluorescentes del club. A veces el viento traía compases de música, rumor de conversación o alguna risa estridente que rebotaba en los cerros.Por el caminillo aparecieron los faros crecientes de un automóvil. Como un celaje, pasó delante de la casa y se perdió rumbo a la carretera. Miguel tuvo tiempo de advertirlo: era el carro del presidente.-Acaba de pasar tu tío -dijo, entrando a la cocina. Dora comía desganadamente una ensalada.-¿Adónde va?-¡Qué sé yo!-Debe estar preocupado por el accidente.-Está más preocupado por su fiesta.Dora lo miró:-¿Estás verdaderamente molesto?Miguel se encogió de hombros y fue al dormitorio para hacer las maletas. Más tarde fue al jardín y guardó en el depósito los objetos dispersos. Luego se sentó en el living, esperando que Dora se arreglara para la partida. Pasaban los minutos. Dora tarareaba frente al espejo.Volvió a sentirse el ruido de un automóvil. Miguel salió a la terraza. Era el carro del presidente que se detenía a cierta distancia de la casa: dos hombres bajaron de su interior y tomaron el camino del cerro. Luego el carro avanzó un poco más, hasta detenerse frente a la puerta.-¿Viene alguien? -preguntó Dora, asomando a la terraza-. Ya estoy lista.El presidente apareció en el jardín y avanzó hacia la terraza. Estaba sonriendo.-He batido un récord de velocidad -dijo. Vengo de Canta. ¿Nos sentamos un rato?-Partimos para Lima en este momento -dijo Miguel.-Solamente cinco minutos -en seguida sacó unos papeles del bolsillo-. ¿Qué cuento es ese del muchacho electrocutado? Mira.Miguel cogió los papeles. Uno era un certificado de defunción extendido por el médico de la Asistencia Pública de Canta. No aludía para nada el accidente. Declaraba que el muchacho había muerto de una "deficiencia cardiaca". El otro era un parte policial redactado en los mismos términos.Miguel devolvió los papeles.-Esto me parece una infamia -dijo.El presidente guardó los papeles.-En estos asuntos lo que valen son las pruebas escritas -dijo-. No pretenderás además saber más que un médico. Parece que el muchacho tenía, en efecto, algo al corazón y que hizo demasiado ejercicio.-El cerro está bastante alto -acotó Dora.-Digan lo que digan esos papeles, yo estoy convencido de que Pancho ha muerto electrocutado. Y en los terrenos del club.-Tú puedes pensar lo que quieras -añadió el presidente-. Pero oficialmente éste es un asunto ya archivado.Miguel quedó silencioso.-¿Por qué no vienen conmigo al club? La fiesta durará hasta media noche. Además, insisto en que veas el lugar donde construiremos el bar.-¿Por qué no vamos un rato? -preguntó Dora.-No. Partimos a Lima en este momento.-De todas maneras, los espero.El presidente se levantó. Miguel lo vio partir. Dora se acercó a él y le pasó un brazo por el hombro.-No te hagas mala sangre -le susurró al oído-. A ver, pon cara de gente decente.Miguel la miró: algo en sus rasgos le recordó el rostro del presidente. Detrás de su cabellera se veía la masa oscura del cerro. Arriba brillaba una luz.-¿Tiene pilas la linterna? -preguntó.-¿Qué piensas hacer?Miguel buscó la linterna: todavía alumbraba. Sin decir una palabra se encaminó por la pendiente riscosa. Trepaba entre cantos de grillos e infinitas estrellas. Pronto divisó la luz de un farol. Cerca del poste, dos hombres reparaban la instalación defectuosa. Los contempló un momento, en silencio, y luego emprendió el retorno.Dora lo esperaba con un sobre en la mano.-Fíjate. Mi tío mandó esto.Miguel abrió el sobre. Había un cheque al portador por cinco mil soles y un papel con unas cuantas líneas: "La dirección del club ha hecho esta colecta para enterrar al muchacho. ¿Podrías entregarle la suma a su familia?".Miguel cogió el cheque con la punta de los dedos y cuando lo iba a rasgar, se contuvo. Dora lo miraba. Miguel guardó el cheque en el bolsillo y dándole la espalda a su mujer quedó mirando al valle de Yangas. Del accidente no quedaba ni un solo rastro, ni un alambre fuera de lugar, ni siquiera el eco de un grito.-¿En que piensas? -preguntó Dora-. ¿Regresamos a Lima o vamos al club?-Vamos al club -suspiró Miguel.


(Escrito en París en 1961.)

La voz de los desheredados


*Gualberto Baña



EN 1974 VIVÍA en Lima y una tarde entré en una librería y descubrí al Julio Ramón Ribeyro cuentista. Hasta ese momento no había leído nada de él. Los volúmenes, entonces sólo dos, abarcaban cuentos escritos entre 1954 y 1972, y se titulaban Las palabras del mudo. ¿Por qué este título? -a modo de prefacio se reproducía parte de una carta que Ribeyro había dirigido al editor, explicándolo-; "porque en la mayoría de mis cuentos se expresan aquellos que en la vida están privados de las palabras, los marginados, los olvidados, los condenados a una existencia sin sintonía y sin voz. Yo les he restituido ese hálito negado y les he permitido modular sus anhelos, sus arrebatos y sus angustias".
El primer cuento se titulaba Los gallinazos sin plumas. Aves de rapiña incapaces de volar, pensé, es decir, hombres. Y comencé a leerlo allí mismo, de pie junto a una mesa llena de libros.
El cuento se abre con una atmósfera irreal, como una historia de terror: "A las seis de la mañana la ciudad se levanta de puntillas y comienza a dar sus primeros pasos. Una fina niebla disuelve el perfil de los objetos y crea como una atmósfera encantada. Las personas que recorren la ciudad a esta hora parece que están hechas de otra sustancia, que pertenecen a un orden de vida fantasmal".
La gente que deambula por las calles a esa hora, nos hace saber el autor, no parece de carne y hueso, o por lo menos no es tan corriente como la que se puede ver el resto del día: el empleado que va a su trabajo, el ama de casa dirigiéndose al mercado, el guardia dirigiendo el tráfico. Pero un poco más adelante esa descripción de mundo fantástico se quiebra, cambia casi sin transición a una realidad dura y cruel, en el instante en que se menciona la presencia de muchachos que hurgan en la basura en busca de alimentos, de objetos que puedan tener algún valor: los gallinazos sin plumas.
-¡A levantarse! ¡Efraín, Enrique! -dice el viejo Santos, el abuelo-. ¡Ya es hora!
Es hora de salir a la calle y rebuscar en los muladares.
A esta altura Ribeyro nos ha ubicado en un mundo de barriadas miserables que nacen generalmente alrededor de las grandes capitales, debido a la gente que llega de las provincias en busca de una vida mejor. O de una vida.
El relato nos cuenta la historia de dos hermanos, Enrique y Efraín, que viven en una chabola con su abuelo. Éste posee un cerdo, y cada mañana obliga a los hermanos a ir a buscar comida para alimentarlo; piensa venderlo cuando esté gordo. Un día Efraín se hiere un pie, y aunque su hermano le ayuda, vuelven con los cubos casi vacíos. Santos, el abuelo -dada su catadura, su nombre no deja de ser una ironía, un recurso que Ribeyro maneja muy bien-, arroja el perro de los chicos al chiquero para alimentar al cerdo. Más tarde, al enterarse, los hermanos atacan a su abuelo, quien cae dentro del recinto donde está el animal, y es a su vez devorado.
Ese mundo de miseria no es otra cosa que la otra cara de una sociedad moderna y civilizada. Detrás o alrededor de barrios lujosos, tal vez un poco más lejos -parece decirnos el autor-, surge una población de marginados. La narración avanza y nos deja saber "que (los hermanos) llegan a su dominio, una larga calle ornada de casas elegantes que desemboca en el malecón". Pero ellos no son los únicos. "En otros corralones, en otros suburbios alguien ha dado la voz de alarma y muchos se han levantado. Unos portan latas, otros cajas de cartón, a veces sólo basta un periódico viejo". El instinto de supervivencia, exacerbado por la miseria, es tal que todos y cada uno de los chicos que revuelven la basura en busca de comida está reducido a nivel de ave de rapiña. Se trata de sobrevivir a cualquier precio. Junto a un mundo que representa la civilización -la ciudad moderna, pujante-, hay otro que se rige por sus propias normas, casi siempre la ley del más fuerte. El abuelo obliga a sus nietos a salir al amanecer para buscar comida para el cerdo, cuya voracidad no parece tener límite. Cuando Efraín se corta un pie, y más tarde su hermano también enferma, los tacha de gandules, les niega la comida. Su crueldad le lleva a alimentar al cerdo con el perro de los chicos. Este personaje, el abuelo, retratado como un ser deforme -tiene una pierna de palo, y a menudo su regresión a la bestialidad está sugerida por frases como "comienza a berrear" o "lanzó un rugido"- y deshumanizado, tiene su antítesis en el cariño mutuo que une a los dos hermanos. Los tres, sin embargo, parecen ser víctimas del medio ambiente. Los años de pobreza han llevado a Santos a obsesionarse con algún tipo de bienestar económico, en este caso el cerdo que pretende vender. El ansia de conseguir dinero borra su humanidad y termina destruyéndole cuando el cerdo le devora. Irónicamente, lo único que sobrevive al final es el cerdo -a quien ha tratado mejor que a sus propios nietos-, es decir, la ilusoria promesa de prosperidad que éste representa.
Decíamos al principio que hay un contraste profundo entre la calma del amanecer y las actividades que los muchachos desarrollan a esas horas; a medida que el cuento progresa el mundo mágico de "la hora celeste" se va convirtiendo en un cuento de horror, de pesadillas donde sobrevivir es lo único que importa. La inocencia de los hermanos, manifestada por el deseo de encontrar algo valioso, desaparece pronto, no sólo junto a la hora celeste, sino también por la dureza de la vida que han llevado. No otra cosa quiere decir uno de los párrafos finales:
"Cuando abrieron el portón de la calle se dieron cuenta que la hora celeste había terminado y que la ciudad, despierta y viva, abría ante ellos su gigantesca mandíbula". Habían llegado demasiado pronto y a través de una durísima experiencia a la comprensión del mundo de los hombres. Esto me hace pensar que el cuento que comentamos es también una historia de iniciación: los hermanos, aunque sólo sea metafóricamente, han alcanzado la mayoría de edad. Ribeyro es esencialmente pesimista, y sin embargo su visión del ser humano es más bien de desencanto; los personajes que pueblan sus obras -marginados, perdedores, olvidados por la vida- están dibujados con ironía pero también con compasión. La vida del hombre, parece decirnos con cierto escepticismo, es una tragicomedia.
Ribeyro fue uno de los escritores más importantes de la generación del cincuenta de Perú, que dejaba atrás la corriente regionalista que había imperado hasta entonces, para dirigir la mirada hacia la ciudad. Junto a escritores como Oswaldo Reynoso, Carlos Eduardo Zavaleta y otros, creó una tradición de narrativa moderna en el contexto nacional. Hijo de una familia aristócrata venida a menos, fue un testigo lúcido de una sociedad que comenzaba a transformarse, y así lo reflejó en su obra. Sus cuentos nos ofrecen el continuo también pueden ser leídos con un sentido universal: el hombre tiene generalmente los mismos problemas en sociedades similares. Ribeyro nproceso de cambio social que culmina con la modernización de los años cuarenta y cincuenta, y aunque fuera de su país la mayor parte de su vida, reflejan la realidad específica de Perú, aunqueo sólo enjuició el materialismo de la nueva sociedad que iba surgiendo en su país, sino que adoptó también una actitud crítica frente a la inhumanidad del espíritu capitalista que impulsaba dicha modernización.



Gualberto Baña (Montevideo, 1947) es autor de la novela El ordenamiento del orden (Debate).
Encontrado en:
http://www.elpais.es/suplementos/babelia/20010804/b15p.html

viernes, 15 de junio de 2007

Leopoldo María Panero


Leopoldo María Panero
(1948- ) Poeta español, n. en Madrid, hijo de Leopoldo y hermano de Juan Luis. Con la publicación de su primer libro, Por el camino de Swan (1968), J. M. Castellet lo seleccionó para su antología Nueve novísimos poetas españoles (1970). En su segunda entrega, Así se fundó Carnaby Street (1970), aparecen aún más definidos el ultraísmo de su estilo, la melancolía y el rechazo existencial. En su Poesía 1970-1985 (1986), recopilación de varios libros anteriores, y en Poemas del manicomio de Mondragón (1987), aparecen descritas con rara lucidez sus experiencias psiquiátricas.






EL LOCO


He vivido entre los arrabales, pareciendo
un mono, he vivido en la alcantarilla
transportando las heces,
he vivido dos años en el Pueblo de las Moscas
y aprendido a nutrirme de lo que suelto.
Fui una culebra deslizándose
por la ruina del hombre, gritando
aforismos en pie sobre los muertos,
atravesando mares de carne desconocida
con mis logaritmos.
Y sólo pude pensar que de niño me secuestraron para una alucinante batalla
y que mis padres me sedujeron para
ejecutar el sacrilegio, entre ancianos y muertos.
He enseñado a moverse a las larvas
sobre los cuerpos, y a las mujeres a oír
cómo cantan los árboles al crepúsculo, y lloran.
Y los hombres manchaban mi cara con cieno, al hablar,
y decían con los ojos «fuera de la vida», o bien «no hay nada que pueda
ser menos todavía que tu alma», o bien «cómo te llamas»
y «qué oscuro es tu nombre».
He vivido los blancos de la vida,
sus equivocaciones, sus olvidos, su
torpeza incesante y recuerdo su
misterio brutal, y el tentáculo
suyo acariciarme el vientre y las nalgas y los pies
frenéticos de huida.
He vivido su tentación, y he vivido el pecado
del que nadie cabe nunca nos absuelva.




DIARIO DE UN SEDUCTOR


No es tu sexo lo que en tu sexo busco
sino ensuciar tu alma:
desflorar
con todo el barro de la vida
lo que aún no ha vivido.



DEDICATORIA


Más allá de donde
aún se esconde la vida, queda
un reino, queda cultivar
como un rey su agonía,
hacer florecer como un reino
la sucia flor de la agonía:
yo que todo lo prostituí, aún puedo
prostituir mi muerte y hacer
de mi cadáver el último poema.





EL CIRCO


Dos atletas saltan de un lado a otro de mi alma
lanzando gritos y bromeando acerca de la vida:
y no sé sus nombres. Y en mi alma vacía escucho siempre
cómo se balancean los trapecios. Dos
atletas saltan de un lado a otro de mi alma
contentos de que esté tan vacía.
Y oigo
oigo en el espacio sonidos
una y otra vez el chirriar de los trapecios
una y otra vez.
Una mujer sin rostro canta de pie sobre mi alma,
una mujer sin rostro sobre mi alma en el suelo,
mi alma, mi alma: y repito esa palabra
no sé si como un niño llamando a su madre a la luz,
en confusos sonidos y con llantos, o bien simplemente
para hacer ver que no tiene sentido.
Mi alma. Mi alma
es como tierra dura que pisotean sin verla
caballos y carrozas y pies, y seres
que no existen y de cuyos ojos
mana mi sangre hoy, ayer, mañana. Seres
sin cabeza cantarán sobre mi tumba
una canción incomprensible.
Y se repartirán los huesos de mi alma.
Mi alma. Mi
hermano muerto fuma un cigarrillo junto a mí.

Kafka no es profeta en su tierra


Praga. EFE.
Escritor Franz Kafka.El escritor Franz Kafka, uno de los íconos de la cultura checa de principios del siglo XX, es todavía un desconocido para muchos en su tierra natal, manifestó un representante de la Sociedad que lleva el nombre del autor de La Metamorfosis y que trata de difundir su legado. "A diferencia de América, aquí le conocen por las camisetas y envases de regalo, pero nada más", admitió Arnost Lustig, durante la inauguración de la nueva sede de la Sociedad Franz Kafka en la República Checa.

jueves, 14 de junio de 2007

Haiku (Basho)


El viejo estanque;
la rana salta;
plop.

Restrepo destaca lucidez de Saramago


En evento en España se habló además de Goytisolo y Fuentes.


Santillana del Mar (España), EFE.


Nobel portugués José Saramago.La escritora colombiana Laura Restrepo destacó la lucidez e integridad de José Saramago, una persona que "escribe como vive y vive como escribe", y añadió que sus novelas revelan claves sobre el ser humano y producen "una conmoción entrañable y sobrecogedora".
Restrepo (Bogotá, 1950) realizó estas afirmaciones al presentar la obra del portugués Saramago en la tercera y última jornada del ciclo "Lecciones y maestros" en la localidad española de Santillana del Mar, en Cantabria (norte).
La autora de Delirio leyó su ponencia titulada "Esa cosa que somos. De lo humano en Saramago", y logró emocionar en algunos momentos a los asistentes, al ofrecer su visión de este escritor en el que se da "una armoniosa ecuación" entre su vida y su obra. También criticó la literatura comercial y la que sólo busca el éxito fácil y el dinero, para subrayar que José Saramago se sitúa "en las antípodas" de esa concepción.

sábado, 9 de junio de 2007

Anatomía de un vacío de Paolo Astorga


Por Augusto Rodríguez*




Siempre he creído que la poesía es un estado o una posición ante la vida. Y que cada poeta con su propia mirada crea un mundo dentro de este mundo. Los poetas tienen en la poesía un gran instrumento para ser escuchados por la manada pero no desean ni les interesa ser la manada. Eso y más es el poemario Anatomía de un vacío del joven poeta peruano Paolo Astorga que se lee con disfrute, con furia, con una secreta perversidad.

Sus versos transcurren en el gran mapa-imaginario de la ciudad donde el poeta sigilosamente viaja por sus calles, disfruta de sus inconsecuencias, de sus banalidades, de su hipocresía, de sus falsedades, y con un bisturí en mano se va adentrando en las heridas nocturnas más profundas de nuestra urbe, nos enseña cuales son sus dilemas más absurdos, sus mentiras piadosas, sus risas sin sentido y nos recalca:

Calles invisibles, ciudades fantasmas clavando tus espaldas.
Sólo recuerdos que se erigen sobre la farsante alegría
que brota de las paredes, una bola de estambre que se mancha de sangre
una historia frustrada que recorre tus manos frías,
tus pies disueltos en el alcohol de un tibio vaso de cerveza
mientras ya no es un trozo de carne lo que encuentras,
sino simples sombras,
simples sombras que se van con tu cuerpo
muriendo sobre la mano que se entrega
a una palabra mutilada por la nieve.

Astorga con este poemario va creando un gran inventario de sus visiones personales y cuestiona el mundo que lo rodea. Que por supuesto son las mismas preocupaciones de la generación de poetas latinoamericanos que le precede y de todo ser humano que se ve encerrado en un tiempo y espacio determinado (que muchas veces no desea ni quiere vivir) y se asume como un crítico-observador de su realidad, y lo hace a su corta edad, pero de una forma desenfadada, directa y con el arma de la ironía como su bien más preciado:

En medio de la pista de baile
donde morimos lentamente,
el dolor es un espectáculo divertido,
una paloma blanca olvidada en la inmensa soledad
de una falda rasgada en medio de inútiles calles
mudas ante el eterno llanto de una niña
enterrada en el asfalto.

No hay que olvidar que Anatomía de un vacío es el primer libro virtual de Astorga pero ya parece un poeta que ha vivido mil luchas y mil vidas y ha sabido construir con sus palabras, un mundo muy propio y ya eso es bastante para su edad y nos dice:

El hombre calla
y acaricia al buitre que lo espera
siempre entre la lluvia
con las alas rotas
moviendo sus ojos hacia el cielo.

El poeta como cualquier mortal disfruta de la ciudad, del baile, de las discotecas, se enamora, se desamora, ríe y es pisoteado por las horas del día, por el consumo, por lo superficial, pero esto no quita que pierda la utopía de que todo cambie para mejor. Siempre lo he dicho: el poeta no debe dar las respuestas pero sí generar las preguntas, y Astorga se da tiempo para esto y más, y hasta no pierde la ilusión y la esperanza ante la crueldad de la cotidianidad y así escribe su poema Guerra en el espejo:

A veces cuando escribo entre luciérnagas
una canción me toca el cuello
y me desnudo ante una mosca,
le cuento mis lamentos
el porqué de mis lágrimas.
La mosca siempre vuela indiferente
se va por la ventana.
Duermo entonces
otra vez feliz
sobre un trozo de vidrio ensangrentado.

De esta forma quiero cerrar este breve viaje y mirada por la poesía de un poeta peruano como lo es Paolo Astorga. Lo aliento para que siga, pues el camino es largo y eterno en la poesía, pero desde ya puedo decir que estamos ante uno de los jóvenes poetas más valiosos y prometedores del Perú actual.



*Poeta ecuatoriano, integrante del grupo guayaquileño Buseta de papel y editor de la revista El quirófano.

viernes, 8 de junio de 2007

Un poema bajo el centro


Rebelión en la plaza Manco Capac



Diario, y una mujer promocionándose
a la noche,
una anciana desvestida
ARROJANDO.
De un modo circense
animales que pueden ser pintados de rojo
y la estatua de un misil, que no existe, de un corazón
imaginario.

Lanzar piedras sería injusto, hay niños.
Quemar la plaza sería de ignorantes, los perros se cuelgan de
la muñeca de una niña,
la inocencia
es degollada en las esquinas.

TU barriga se expande por los ambulantes
y quieres ver gris.
En una maleta
Llover, y hacer que la piel se moje
con orines coloniales
un mundo, el centro, explosionado por la rebelión
de un idiota
vendedor de sueños.

Atados, en fila, y rompiendo cabezas,
las esquinas de un dolor,
tristeza con cabello, ilusión
con cuerpos
que se pueden alquilar
por algunas horas acumulables,
mientras tu barriga
alberga más gusanos
y tu
reflejo.

Sgt. Pepper´s cumple 40 años


Hace 40 años, el 1 de junio de 1967, los Beatles publicaron su álbum más célebre, Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band, un disco que cambió la música moderna y marcó a toda una generación.
Editado en la víspera del "verano del amor", al comienzo de la era hippy, Sgt. Pepper rompió los límites de la música pop y logró que un álbum de música dejara de ser una simple colección de canciones para convertirse en una obra de arte con identidad propia. "Mirándolo desde la perspectiva actual, se ve que Sgt. Pepper fue como un icono. Fue el disco de la época y probablemente cambiara la forma de grabar, pero no lo hicimos de forma consciente", afirma George Martin, productor de los álbumes de los Beatles, en la autobiografía del grupo (Antología, Ediciones B).
Con la inestimable ayuda de George Martin, que había trabajado antes con música electrónica, los Beatles dieron rienda suelta a su imaginación en los estudios de Abbey Road de Londres.
Sgt. Pepper tardó en grabarse más de 700 horas y tuvo un coste de unos 75.000 dólares, cifras desconocidas en aquella época. Cuatro años antes, los Beatles habían invertido un único día en grabar su primer álbum.

Aquí la canción que es toda una leyenda A day in the life